Mi padre siempre ha sido para mi la persona más autoritaria, fuerte, inteligente, sabia, comprensiva y heróica del mundo. De mi mundo, claro. Y más todavía del mundo en el que vivía cuando tenía 8 años...
Solía hacer muchas preguntas aquel pequeño niño de 8 años, o 7, no recuerdo bien.
Las típicas preguntas de un niño inquieto de esa edad, las que todos tenemos, preguntas inocentes o preguntas sin venir a cuento, simplemente por mantener conversación con mi padre, una persona de pocas pero acertadas palabras.
La peculiaridad de aquellas conversaciones residía en las respuestas de mi padre. Porque con el paso de los años, uno descubre que sus respuestas, sus frases, tenían una mezcla de educadoras, de comprensivas, un poco de "callate ya", y un poco de sarcasmo.
- Papa, ¿cómo se llama esa montaña?
Esta pregunta solía surgir un par de veces en semana, cuando íbamos a recoger del trabajo a mi madre, al pueblo de al lado. En el trayecto iba apareciendo poco a poco una montaña de una forma muy singular que ami me llamaba mucho la atención, me parecía gigante y bonita.
- Ya te lo diré, esque tiene un nombre muy raro...
Esta era la respuesta que me daba mi padre, el cual obviamente desconocía el nombre de la montaña. Hasta que un día se dió la vuelta y me dijo:
- Ese monte es el monte de los problemas.
- De los problemas?
- Si, porque cuando la gente de este pueblo tiene problemas, sube hasta lo más alto del monte y se tira.
- Papa, sabes que cuando me acuesto en mi cama oigo ruidos?
- Qué ruidos?
-Pues ruidos asi como CRRRGGG CRRRJGJGJGJG CRRRRGGTTTRRRRR.
Estos ruidos aparecían siempre que pegaba la oreja a mi almohada, el roce de esta con mi oreja hacía ruido, creo que todos los que me leeis lo conoceis, excepto los que dormis en la calle.
- Siempre que echo la cabeza suenan ruidos hasta que me duermo. ¿Qué son?
- No tengas miedo, esos ruidos vienen de la casa, que por las noches se mueve y cruje.
Dicen que me parezco mucho ati.
Gracias Papa
